miércoles, abril 26, 2006

QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA...

CHERNÓBIL, Ucrania (Reuters) - Olga Rudchenko lloró cada noche durante ocho años, en su desesperación por volver a casa. Ahora es feliz viviendo nuevamente en su aldea, Chernóbil.La familia Rudchenko estuvo entre los 200.000 residentes que fueron evacuados después de que una explosión arrasara la central nuclear de Chernóbil el 26 de abril de 1986 en el peor accidente de ese tipo ocurrido en la historia.Olga y su esposo, Andriy, desafiaron la prohibición del Gobierno y regresaron hace 12 años a vivir en una tierra contaminada."Fue hace mucho tiempo, pero es difícil de olvidar. Fue peor que una guerra. Nos dijeron tantas mentiras", dice Rudchenko, de 71 años, en el exterior de una pequeña y avejentada casa que necesita una capa de pintura."Nos sacaron en autobuses y dijeron que nos íbamos por tres días. Regresamos ocho años después. Lloré cada noche. Yo quería regresar a mi casa. Gracias a Dios, estamos aquí en el mejor lugar sobre la tierra", relata.Si no se conociera la historia de Chernóbil, podría comprender el entusiasmo de Olga. Con 9.000 habitantes, dispone de varias oficinas, tres locales comerciales, un bar y una cantina al estilo de la ex Unión Soviética, a pesar de ser una zona donde se prohibe vivir.El lugar está rodeado por bosques abundantes, rebosantes de vida salvaje. Sin embargo, para millones de personas en el mundo, Chernóbil simboliza desastre y devastación, mito y polémica.El 26 de abril de 1986, varias explosiones destruyeron el reactor número cuatro de la planta, que se convirtió en un infierno radioactivo enviando una nube letal al cielo nocturno.Dos décadas más tarde, y cinco años y medio después de que el último reactor de Chernóbil fuese cerrado, el área alrededor de la central está llena de recuerdos del desastre.La ciudad de Pripyat, construida para los trabajadores de la planta, todavía está desierta. El día después del accidente, sus 50.000 habitantes fueron evacuados en sólo seis horas.En los apartamentos vacíos con ventanas sin cristales, se puede encontrar ropa, muñecas, zapatos, libros y fotos familiares. Sólo algunos mayores han vuelto a sus casas, a pesar de la prohibición. Las autoridades hacen la vista gorda, y ayudan con comida y electricidad.Decenas de extranjeros curiosos pasean por la zona donde los animales ya se han acostumbrado a 20 años de ausencia de seres humanos y donde es posible ver osos salvajes, lobos y venados por las calles. Los científicos desean más fondos para establecer ahí una reserva natural.COSTO HUMANOLos médicos ucranianos destacan el incremento dramático de casos de cáncer de tiroides entre quienes eran niños en 1986. Laboratorios móviles llevan a cabo chequeos en aldeas cercanas a las zonas de exclusión, donde el desempleo es alto y la mayoría de sus habitantes se preocupan más por el día a día que por su salud."No sólo hay consecuencias médicas directas sino también posibles cambios genéticos", dijo Hryhory Klymnyuk, del Instituto de Cáncer en la Academia de Ciencias de Ucrania.El proceso completo de hacer de la planta un lugar seguro tardará aún muchos años. Las autoridades afirman que pasarán entre 30 y 100 años antes de que sea completamente descontaminada.El Gobierno y los donantes occidentales han centrado su preocupación en asegurar el agrietado "sarcófago" que cubre el reactor número cuatro."Cuando cerraron Chernóbil en diciembre de 2000, escribí en mi diario: la planta de energía ha sido cerrada, pero Chernóbil acaba de empezar", dijo Andrei Novikov, el subdirector técnico.

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